Mañana seré, que sé yo,
quizás,
los pájaros,
quizás un caballo,
quizás una estrella,
quizás me remonte al pasado,
y por qué no,
un artista plástico.
Veremos que nos depara el destino.
MANOLO RIVERO
Después de veintinueve años me encuentro con el documental Hotel Trinidad (de Diego Gutiérrez y Kees Hin), sobre nuestro amigo, coleccionista y mecenas, que reencarna en artista plástico, «por qué no», mediante la imagen en movimiento. Para Manolo Rivero el arte era su amante.
Nos han llegado olas de aquella isla dentro de Mérida, el Hotel Trinidad Galería, poblada de objetos utilitarios, obras de arte antiguas y contemporáneas; habitantes de su peculiar universo y que tuvimos la dicha de disfrutar junto a su socio Mark Swain, Aloncito, Doña Lourdes, Wilson y todos los artistas peregrinos que pasaron por su “vivienda”, en busca de cobijo en un espacio diferente y creativo por sí mismo.
El documental trascurre durante una semana, en el hogar-hotel-galería y nos adentra en su cosmogonía, un universo personal construido con sus manos e imaginación evocando el recuerdo de su madre, siempre presente.
Conocimos Mérida y sus Carnavales, nos disfrazamos de gatos, bailamos por sus calles al son de cualquier música, disfrutamos de sus gentes y sus tradiciones. Misteriosamente, Mayra empezó a sentirse mal por el aroma a tacos, nuestra exposición estaba programa para el mes siguiente, y nos dio tiempo suficiente no solo para el montaje de las obras, también para “encargar” a una hija. Finalmente inauguramos, el día dieciocho de marzo, a las ocho de la noche, la exposición Sursun Corda con una fiesta distendida en aquel sitio de ensueño.
Comparto con ustedes algunas fotos y el documental, para regresar a ese lugar tramsformado en leyenda.